La numerología, la pseudociencia encargada de encontrar sentido místico a los números, se basa en una propiedad matemática que viene a decir que combinado dos números de manera adecuada se puede conseguir la cifra que deseemos. De esta manera, podemos determinar que el 26 es un número sagrado ya que de Adán a Moisés transcurrieron 26 generaciones y si tomamos el valor numérico de Eva (19, en hebreo) y se lo restamos a Adán (45) nos da también 26. Para rizar el rizo buscamos en la Biblia algún versículo 26 que nos dé una cita supuestamente transcendental (Hágase el hombre a nuestra imagen y semejanza Genesis 1:26) y ya tenemos número sagrado.
Una cosa que se acostumbra a dar en estos casos es la elección de números pequeños (nunca mayor que cincuenta) La idea es que a partir de Eva y Adán también podemos encontrar números mayores pero la combinación es mucho más elaborada y ya no parece producto de la casualidad. Por ejemplo, vamos a encontrar el número del anticristo (666). Sin pensar mucho: 45 *10 + 19*10 + 26 = 666. No hago trampa: 45 *10 = 45+45+45+45+45+45+45+45+45+45, lo mismo para Eva y su 19*10 y el 26 era 45-19. De esta manera determino que el anticristo nació diez generaciones después de Adan y Eva, busco quién es (Noé!), le asigno un significado especial y ale, ¡viva las matemáticas!
domingo, noviembre 18, 2007
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